Matrix es la mejor película de hackers

ilustración con objetos inspirados en Matrix abrigo de piel cables gafas de sol brazos y teclados

En la primavera de 1999, una hacker de 20 años llamada Eva Galperin y su novio entraron en una proyección de Matrix en un cine de San Francisco y salieron con la sensación de que acababan de verse a sí mismos o, al menos, de que podían ser quienes eran. Galperin, por aquel entonces administradora de sistemas centrada en Unix y con rastas negras y azules, se compró enseguida un abrigo largo, negro y acampanado. Su novio se compró unas Oakley.

Pero no sólo les atrajo el sentido de la moda de la película. Galperin sintió que representaba la experiencia de la piratería informática de una forma que nunca había visto antes. Neo parecía elegido para emprender su viaje superheroico porque entendía que "interactuando con esta pantalla negra con escritura verde brillante en ella, podía cambiar el mundo de formas que no estaban necesariamente destinadas a ser cambiadas", dice Galperin, que trabaja hoy como directora de ciberseguridad en la Electronic Frontier Foundation. "Definitivamente salí con la sensación: Nuestra gente hizo una película. "

Durante años, el canon generalmente aceptado de las películas clásicas de hackers ha sido una especie de santísima trinidad: WarGames (1983), con su delincuente digital atrapado en la geopolítica de la Guerra Fría; Sneakers (1992), película de atracos con ordenadores y criptografía; y Hackers (1995), thriller de travesuras cibernéticas para adolescentes. Sin embargo, con un par de décadas de retrospectiva, ya es hora de reconocer que Matrix ha eclipsado en cierto modo a ese triunvirato. Mientras otras películas de piratas informáticos se convierten en cápsulas del tiempo de juegos de gato y ratón, Matrix se ha convertido en el retrato más perdurable, popular y relevante de la piratería informática, una conexión cerebral tan profunda en nuestra concepción cultural del género que casi hemos olvidado que está ahí.

Los fans de esas otras películas señalarán que los luchadores de kung fu voladores de Matrix no hackean mucho en el sentido literal. Sí, Neo empieza la película vendiendo herramientas de intrusión digital almacenadas en MiniDiscs, y en la secuela Trinity utiliza de forma realista el programa de escaneado Nmap para entrar en un servidor de una compañía eléctrica. Pero esos momentos son sólo breves guiños al mundo real de la ciberseguridad.

El verdadero pirateo en Matrix es metafórico. La lección de Morfeo a Neo es que el usuario de un sistema digital no tiene por qué cumplir sus condiciones de servicio. Para quienes comprenden la verdad subyacente de un entorno virtual -su realidad técnica, no las ilusiones descritas en el manual de usuario-, reglas como la gravedad no son leyes inmutables, sino educadas convenciones. "Algunas pueden doblarse", le dice Morfeo a Neo. "Otras pueden romperse. "

En la mayoría de los hackeos del mundo real, la ruptura de las reglas se lleva a cabo dentro del marco no cinematográfico de una pantalla de ordenador. Matrix amplía ese ordenador para envolver la realidad misma; la virtuosa flexión y ruptura de las reglas digitales se convierte naturalmente en una especie de wushu que desafía la física.

" Matrix muestra el universo que puede crear el software", afirma Dino Dai Zovi, conocido hacker e investigador de seguridad, cofundador de las empresas de seguridad Trail of Bits y Capsule8. Y cuanto más controla el software todo en nuestras vidas, más asombroso resulta tener poder sobre ese software". "

Este concepto de hacking trasciende la tecnología de cualquier época concreta, lo que explica por qué los hackers, años después, siguen recurriendo a las analogías de la película para explicar su trabajo. Cuando los investigadores de la Universidad de Michigan explotaron la fuga eléctrica de un chip para ocultar en él una puerta trasera en 2016, lo describieron como "fuera de Matrix". "Cuando la investigadora de seguridad Joanna Rutkowska demostró que podía atrapar un ordenador víctima dentro de una capa invisible de software bajo su control, lo bautizó como un ataque de "píldora azul".

" Puedo usar Matrix para explicar que esa es la mujer del vestido rojo que todo el mundo ve, pero un hacker puede ver el código que representa a esa mujer y cambiar el color de su vestido", afirma Katie Moussouris, reputada investigadora de seguridad y directora ejecutiva de Luta Security. "Y aunque tú, el programador, no hayas querido permitirlo, es posible porque puedo inspeccionar lo que realmente ocurre bajo la superficie. "

Por encima de todo, Matrix capta la sensación de hackear, dice Dai Zovi, que vio la película por primera vez cuando era un estudiante universitario de 19 años. Un año más tarde, trabajaba como administrador de sistemas en una empresa de redes sociales llamada SuperFamilies.com, que tenía algunas estaciones de trabajo Sun Microsystems por ahí. Un viernes preguntó si podía llevarse una a casa para trastear con ella, y descubrió una vulnerabilidad de corrupción de memoria en su software que se pasó todas las vacaciones de primavera aprendiendo a explotar.

Cuando por fin lo consiguió, Dai Zovi experimentó por primera vez lo que se sentía al apoderarse por completo de un fragmento de código con una técnica inventada por él, haciéndole hacer lo que deseaba. Lo compara con cuando Neo salta al cuerpo del agente Smith, lo hace explotar y luego permanece en silencio en su lugar mientras el mundo se dobla sutilmente a su alrededor. "Hace esta flexión, y la pantalla como que burbujea, como si deformara el espacio-tiempo", dice Dai Zovi. "Cuando escribes tu primera hazaña, o la centésima o la milésima, sientes esa flexión. Cuando lo perfeccionas, quieres ejecutarlo un millón de veces para tener esa sensación de poder y capacidad". "

Los hackers aún no tienen superpoderes en nuestra realidad. Pero a medida que los ordenadores conectados en red penetran en más objetos físicos -nuestros coches, dispositivos domésticos e incluso infraestructuras críticas como redes eléctricas, sistemas de suministro de agua y fabricación-, la vida moderna se parece cada vez más a Matrix. La capacidad de controlar esos sistemas informáticos se convierte en una habilidad que puede alterar el mundo real.

Desenchufarse de esa informática omnipresente ya no es, para la mayoría de nosotros, una opción. Tal vez sea mejor ponerse el abrigo acampanado, sumergirse en el mundo digital y empezar a doblar algunas cucharas.

Este artículo aparece en la edición de diciembre de 2021

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